
María Payo es una modista profesional, ubicada en la calle Pedro Moncayo, que como muchos sufre de pérdidas económicas en sus ingresos, debido a la pandemia. Desde las calles Sucre hasta Colón, el sector es conocido por agrupar por lo menos 80 satres que trabajan en más de 10 talleres de costura, a pocas cuadras de los mercados Central y de las Cuatro Manzanas.
Payo generaba ingresos entre $300 y $400 mensuales, antes del confinamiento debido al coronavirus. Ahora, sus ingresos son de $100 a $150 mensuales, en vista de que sus mayores ganancias venían de la confección de uniformes escolares y por el momento la disposición del COE Nacional es mantener las clases presenciales suspendidas.
Por otro lado, la modista y artesana calificada, realizó un llamado de atención dirigido a la Alcaldesa, Cinthya Viteri, invitandola a que revise los talleres de costura de la zona, ya que existen personas no tituladas que trabajan de manera ilegal en algunos talleres.
Tenesaca Marmón, costurero también de la zona de Pedro Moncayo, relató que inició su negocio en el año 1977 con una máquina casera, ahora trabaja con una contemporánea del año 2000. Por su parte, hizo mención al duro momento que vive su negocio comparandolo con la época de la dolarización.
“Nosotros cobramos por confección de pantalones $15 o $20 (dependiendo de la tela), pero de los clientes que teníamos vienen menos de la mitad y la mayoría solo hacen arreglos a su ropa, lo cual tiene un valor entre $3 y $5; en otras palabras estamos ganando alrededor de $20 al día, cuando antes de pandemia los ingresos eran hasta de $60”, dijo Tenesaca.

Según una publicación del diario El Comercio, el sector textil registra $150 millones en pérdidas en los meses de marzo y abril, debido a la emergencia sanitaria. El sector facturó un promedio de $1 500 millones el año 2019 de ahí que las pérdidas representan el 10% de ese monto.
Luis Quishpe, costurero del sector, relató que durante la etapa del confinamiento pudo vivir de sus ahorros. Además, de los contratos que consiguió con varios empresarios para confeccionar 11.000 mascarillas.
“El Gobierno no nos ha ayudado en nada; yo tengo que pagar un préstamo que hice el año pasado y por otro lado el alquiler del local ronda los $900, mismo que pagamos entre todos los trabajadores del taller”, contó Quishpe.
El gremio de costureros se ha reiventado y debido a la necesidad, la confección de mascarillas es de gran ayuda para muchos y en cierta forma a normalizado la producción y creó nuevos canales de venta de un producto nuevo que es la mascarrilla de tela.
Redacción: Eduardo Cubillo
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